martes, 28 de octubre de 2014

Ituzaingó

Llegó la Cruz de San Damián bendecida por el Papa


"Anda, Francisco, y repara mi Iglesia" Así también los jóvenes hoy deben comprometerse con Cristo, comentó el Padre Roberto.

El cura Párroco Padre Roberto García dedicó en la homilía de recepción de la Cruz Misionera de San Damián en la Parroquia Santa Rita y San Juan Bautista, a destacar la figura de San Francisco de Asís (1181/82-1226), un "auténtico gigante de la santidad que sigue fascinando a tanta gente de toda edad y de diferentes credos religiosos" como lo definió el Papa Benedicto XVI.

Francisco, explicó el Padre García ante una Iglesia colmada de fieles, entre ellos jóvenes, que San Francisco pertenecía a una rica familia y transcurrió una juventud azarosa. A los veinte años tomó parte en una campaña militar y fue hecho prisionero. A su regreso a Asís comenzó un proceso de conversión espiritual que le llevó a abandonar gradualmente su estilo de vida mundano. En la ermita de San Damiano, Francisco tuvo una visión en la que Cristo, desde el crucifijo, le hablaba invitándole a reparar su Iglesia.

Esa invitación "reviste un simbolismo profundo" porque el estado ruinoso de la ermita, representa también "la situación dramática e inquietante de la Iglesia en aquella época, con una fe superficial que no forma ni transforma la vida, un clero poco entregado a su tarea. (...) Una descomposición interior de la Iglesia, de su unidad, debido al auge de movimientos heréticos. Y sin embargo, en el centro de esta Iglesia en ruinas está el Crucifijo que habla y llama a la renovación, llama a Francisco".

Después de renunciar a la herencia paterna en 1208, el santo decidió vivir en la pobreza y dedicarse a la predicación, y un año más tarde, acompañado de sus primeros seguidores, viajó a Roma para someter al Papa Inocencio III el proyecto de una nueva forma de vida cristiana.

Culmino la homilía interrogante a los Jovenes: ¿Yo lo comparto más o menos con mi fe cristiana a Cristo? Así es que eso es el primer paso. Recordó al Papa Francisco: “Sin testimonio no podés ayudar a ningún joven ni a ningún viejo. ¡A nadie! Y, evidentemente que todos flaqueamos, que todos somos débiles, que todos tenemos problemas y no siempre damos un buen testimonio. Pero la capacidad de humillarnos dentro, la capacidad de pedir perdón cuando nuestro testimonio no es el que debe ser. Y un testimonio que también tenga dentro la capacidad de movernos, de hacernos salir, de ir en misión, que no es ir a hacer proselitismo. Es ir a ayudar, a compartir, y que vean cómo lo hacemos y qué hacemos”

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