DESPUES DE CASI DOS SEMANAS DE LA CRECIDA REGRESAN A SUS CASAS
El Paraná, amigo y enemigo para decenas de familias que diariamente la pelean en el Itatí
La mayoría de
las familias que viven a metros del agua subsisten de la pesca, pero en
los últimos días no pudieron sacar nada de las aguas.
La
Asignación Universal por Hijo se convierte en el principal sustento del
hogar, donde la precariedad prevalece en cada espacio del mismo.
Una
de las principales fuentes de ingreso de los vecinos del barrio Itatí
de esta ciudad es la pesca, pero por la crecida del río los malloneros
contaron a El Litoral que cuesta sacar de las aguas algo para comer o
vender. “No sacamos nada y nos es difícil poder tener para comer todos
los días, pues vivimos de la pesca”, contó una madre y mostró, al igual
que otras familias, los resultados del paso del agua en su hogar.
“Vivimos
en esta casilla junto a mi marido y cinco hijos, vivimos de la pesca
pero mi esposo no anda pescando nada por la crecida”, dijo la mamá de la
familia Miño, cuyo hogar está a pocos metros del río. El hijo menor
tiene tres años y duermen todos en una sola habitación donde los
colchones están en el suelo o sobre una cama armada con tachos de
pintura.
Esta madre, como otras que fueron entrevistadas,
recibe la Asignación Universal por Hijo, por lo que este plan se
convierte en estas ocasiones en el principal y único ingreso económico
para poder alimentar a los niños.
“Hay cuatro familias
viviendo en esta casa, cinco son bebés, y cuando tenemos ganas de ir al
baño hay que ir hasta la casa de mi nuera porque acá no tenemos”, relató
Rosario, una mujer de unos 60 años cuya vivienda tiene tres casillas en
las que viven sus familiares. La casa de su nuera está cruzando una
cancha de fútbol, y al preguntársele cómo hacen los días de lluvia o a
la noche dijo están “acostumbrados”.
“Esta casilla nos la
dieron después de la última crecida y nos habían prometido que iban a
construirnos un baño”, agregó la mujer, que también es mallonera.
Respecto
a su actividad dijo que en los últimos días no están pescando nada y
que cuando la pesca es buena pueden obtener hasta 200 pesos que deben
“dividir con un ayudante y pagar la nafta”.
“Tengo un esposo
que es discapacitado y un hijo, recibo unos 1.800 pesos de pensión, pero
al comprar los medicamentos esto no me alcanza”, contó otra mujer que
ejerce el mismo oficio. En relación a la crecida dijo que no querían
salir de su hogar por miedo a que “entren otras personas y saquen lo
poco que hay”.
Los baños en algunas casas están ubicados afuera de la vivienda.
La
falta de higiene y precariedad prevalece en todos los rincones de es
aparte del barrio. Las cocinas son mesas de madera en mal estado
ubicadas fuera de las viviendas, donde las mujeres cocinan con
frecuencia sopa o guiso de pescado, menú obligado por el precio de los
alimentos que no pueden solventar.
Los perros son un
habitante más de las casas y estos también perjudican el ambiente
saludable pues en la mayoría de los hogares los integrantes más
numerosos son los niños con muy mal estado de nutrición.
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