La riqueza de Vaca Muerta: ¿Seguiremos el modelo de Noruega o el de Nigeria?
Los escandinavos tienen un fondo para las futuras generaciones. La riqueza de los africanos se la lleva la corrupción. El campo de gas y petróleo de Neuquén ya está en producción sin debate y con denuncias.
LOMA LA LATA, NEUQUeN. Enviado Especial -
20/04/14
El desierto fértil de los dinosaurios y el petróleo se abre para
que el trepanador de la torre 310 del espacio de producción Loma la
Lata 720 pueda llegar hasta los 3.000 metros de profundidad. Allí,
comienza el reino de una enorme formación rocosa de 30.000 kilómetros cuadrados,
hasta hace poco desconocida y ahora convertida en la vedette de la
posible transformación económica de Argentina. La roca esponjosa de Vaca
Muerta, que encierra en su interior gas y petróleo de la mejor calidad,
va cediendo ante la presión que ejerce el chorro de agua y arena que le
lanzan desde la superficie. Y en unas horas comienza a desprenderse de
una sustancia negro-anaranjada y de gases. Ahí, desde la profundidad de
la pampa patagónica, está surgiendo una riqueza inédita para el país. Se
calcula que constituye entre 24 y 100 veces el volumen actual de la economía. Otros, aseguran que se trata apenas de un nuevo buen negocio para unos pocos.
Pero lo cierto es que Vaca Muerta, el yacimiento gasífero y petrolero
más importante de la Argentina, está en plena producción con 148 pozos
abiertos y 13.000 barriles diarios. Y a pesar de esto la sociedad no
debate qué hacer con esta nueva riqueza que nos está bendiciendo a los
argentinos.
¿Qué modelo vamos a adoptar para administrarla y distribuirla?
¿Haremos
como Noruega, que retiene una porción importante de las ganancias y las
invierte para las futuras generaciones, o seremos como Nigeria, donde
los enormes recursos que genera el petróleo desaparecen por la
corrupción y los enfrentamientos entre facciones?
Pablo Iuliano,
42 años, y Pablo Bizzotto, 40, son los ingenieros de YPF que están a
cargo de la explotación de Loma la Lata. Conocen perfectamente esta
geografía de horizontes largos, vientos extremos y arbustos amarillos.
Ambos se criaron entre Neuquén y Río Negro. Coordinan a decenas de
empresas internacionales que dan servicios, y la superficie de dos
kilómetros cuadrados –pronto se extenderá a 200 km cuadrados– que se
explota, por un controvertido acuerdo del que aún no sabemos todo su alcance,
junto a la estadounidense Chevron. Ahora están sobre la plataforma
Nabors de última generación que se mueve en todas las direcciones a un
metro por hora sin que se necesite desmontar la torre. Cada 18 o 20 días
harán un pozo, se moverán 30 metros y abrirán otro.
Con esta
maniobra, en la forma tradicional de explotación, se podía llegar hasta
la zona en que había quedado la laguna de petróleo y la presión del
mismo lo lanzaba hacia la superficie. Con el nuevo método del
“fracking”, el trepanador llega hasta la roca madre, que tiene el
combustible encerrado a 3.000 metros. Luego, vienen unos 20 camiones con
máquinas de presión que lanzan al pozo agua, arena y un químico viscoso
que le da consistencia para fracturarla y extraer los hidrocarburos.
“Esa mezcla de gas, petróleo y agua va por estos caños hasta un
separador –explica el ingeniero Iuliano– y desde allí se envía cada
fluido por oleoductos a una planta cercana y a otra en Mendoza, y el gas
va a la petroquímica de Bahía Blanca”.
Para llegar a Loma la Lata
hay que hacer unos 100 kilómetros por la ruta 7 desde la ciudad de
Neuquén hasta la pequeña ciudad de Añelo, un pueblo que dormía la siesta
hasta hace unos pocos meses y que ahora vive el vértigo de una película de super acción.
De allí hay que subir la barda para adentrarse en esa pampa pinchada
por decenas de torres. Muy a lo lejos se visualizan dos o tres llamas de
las plantas separadoras. Aquí trabajan unas 900 personas. Muchos viven
en los trailers diseminados por los campos de producción. Otros llegan
cada mañana en las combis que vienen desde Neuquén y muchos más en los
cientos de camiones y camionetas último modelo que circulan por los
caminos abiertos entre chañares y coirones trayendo agua, arena, insumos
químicos y alimentos.
Añelo es el primer pueblo en sufrir esta
“invasión”. Sigue sin tener un hospital, apenas cuenta con una sala de
primeros auxilios y unos containers que donó una empresa petrolera para
que atiendan unos médicos especialistas que vienen una o dos veces por
semana. Pero tiene un casino, un “deli” de estilo neoyorquino
frente a la única estación de servicio y un sofisticado hotel, el “Sol
del Añelo”, con 75 camas, comida casera y excelentes vinos regionales.
“Sí, pero todo carísimo. Está hecho para petroleros. Nosotros seguimos
ganando una miseria. Se habla de miles de millones de dólares y nosotros acá no vemos ni centavos
”, se descarga Carmen, una maestra jubilada que vive en una casita sin
revoques, lejos de la única calle asfaltada. El intendente, Darío Díaz,
no está. Viajó a Estados Unidos, nos dice su hermano, “para presentar el Master Plan”.
Fue invitado por un conglomerado empresarial estadounidense conocido
como Club del Petróleo. En realidad, el plan que contempla la
planificación y remodelación de todo el pueblo –hasta hace poco tenía
5.000 habitantes y ahora ya nadie sabe exactamente cuántos, pero son
muchísimos más– y que fue elaborado por YPF con el apoyo del Banco
Interamericano de Desarrollo. “Estamos trabajando para que Añelo y
cualquier otro pueblo que se forme alrededor del yacimiento tenga un crecimiento planificado y sustentable ”, asegura el jefe de Relaciones Institucionales de YPF, Gonzalo López.
Para
Mabel Maripe, la “inan lonko” (segunda al mando) de una familia mapuche
de Añelo, todo eso es “futurismo”. “Lo que vemos hoy es un incremento enorme del alcohol y las drogas
que nosotros no conocíamos acá. Ya trajeron varias mujeres dominicanas
que se prostituyen. Por ahora, ése es el modelo que vemos”, dice
mientras caminamos entre plantas de alpataco y piedras coloridas bajo un
cielo negro de tormenta.
Hablo por teléfono con el gobernador
neuquino Jorge Sapag. Está camino a Houston, donde intentará aumentar
los 6.000 millones de dólares de inversiones que tiene prometidos hasta
el 2016 y tentar a Exxon, la petrolera más grande del mundo, para que
venga a Vaca Muerta. “Es esencial entender que esto puede transformar
definitivamente a la provincia y al país”, dice. Y cuenta que tiene dos
proyectos en la legislatura provincial para un desarrollo sustentable,
uno de cuidado del medio ambiente que obligará al tratamiento de todas
las aguas utilizadas en la explotación del shale y otro de
responsabilidad social de las empresas. “No sé si esto nos convertirá en
Noruega, pero ese es el ejemplo que me gustaría seguir”, se anima el
gobernador, aunque reconoce que su mayor desafío será el de la “expectativa
”. “Ahí está la clave, –dice Sapag, el último de una dinastía de
caudillos que gobiernan Neuquén desde hace 50 años– en administrar la
expectativa que genera Vaca Muerta y tratar de que no haya desequilibrios económicos pronunciados”.
Uno
de los empresarios más destacados de la provincia con intereses en la
floreciente industria vitivinícola cree que todo esto forma parte de
“otro relato”. “Mientras Vaca Muerta ya está en producción acá no se
invirtió ni un peso en infraestructura. Los caminos están todos rotos
por el enorme peso de los camiones. Hay que hacer rutas especiales, hay
que planificar muy bien el uso del agua, hay que crear condiciones para
que la economía petrolera no reviente al resto de la sociedad, y nada de
todo eso se está haciendo”, cuenta en voz baja en el lobby del hotel
Suizo. “Tenemos mucha suerte de ser bendecidos por esta riqueza pero lo
vamos a hacer como todo en la Argentina, a la desesperada y plagada de corrupción
”, se indigna. Otro empresario de la construcción que invita a comer
un corderito asado en su casa de Cipoletti, por la ruta 22, no deja de
hablar toda la noche del famoso “diego” (diez por ciento) que debe pagar
si quiere participar de cualquier emprendimiento estatal. Aunque, a
veces, ni siquiera ese “retorno” es suficiente. “Gané una licitación
importante de infraestructura. Al otro día me llamó un funcionario desde
Buenos Aires para decirme que me tenía que bajar porque esa licitación
no era para mí. Lo planteé acá en la provincia y me dijeron `me estás
metiendo en un problema político’. Dos días más tarde tenía inspectores
de todos los organismos posibles dentro de mi oficina. Tuve que
olvidarme de la obra para que me dejaran en paz. Si ese es el modelo que
vamos a tener en Vaca Muerta, estaremos desaprovechando una vez más la gran oportunidad que tenemos entre manos”, comenta el empresario que por obvias razones no quiere ver su nombre impreso.
La diputada provincial por la Coalición Cívica-ARI, Beatriz Kreitman, también está indignada: “ Neuquén es la zona de sacrificio
para solucionar la crisis energética del país. Y esta fue una decisión
de la presidenta de la Nación y del gobernador de la provincia. A los
neuquinos no se nos preguntó nada”. En uno de los descansos del
magnífico edificio de la Legislatura, Kreitman habla del pasivo
ambiental que dejó la empresa española Repsol cuando se rompió el
acuerdo que tenía con YPF. “¿De qué sirve la riqueza material si vamos a
tener a nuestros pibes con petróleo en la sangre?
. El
cuidado del ambiente no es algo que se tenga en cuenta. Es más, a los
que pedimos que se controle nos llaman terroristas ambientales.” Pero
Gustavo Nagel, el presidente de la empresa estatal GyP, creada para
explotar 54 locaciones dentro de Vaca Muerta, asegura que las cosas
serán diferentes esta vez. “Cuando tiene que desarrollar un proyecto de
esta magnitud, una empresa no va a estar en una cuenca, en una ciudad y
en una sociedad por dos años o tres. Tenés que quedarte 35 o 40 años.
Esto crea un vínculo muy estrecho con la sociedad en la que se
desarrolla. Sus directivos y empleados viven allí. Por lo tanto van a
cuidar el lugar y tendrán una obligación muy profunda con esa gente”.
De
regreso en Buenos Aires me encuentro con el economista Luis Rappoport,
profesor de la universidad de General Sarmiento, quien ve un peligro
latente de que Argentina pueda sufrir la llamada “Enfermedad Holandesa”,
que son las consecuencias negativas que sufre un país cuando
experimenta un crecimiento inesperado en sus ingresos en divisas. “La
medida de lo que podemos ser con una riqueza como la que podríamos
extraer de Vaca Muerta es la Argentina de la soja. Cuando pasamos de una soja de 140 dólares a otra de 520 o 530 dólares, lo manejamos en forma irresponsable.
No ahorramos una parte para las épocas de vacas flacas
y se gastó en un clientelismo que provocó una bestial destrucción del
mercado de trabajo y de las capacidades de los argentinos a través de
los subsidios, en lugar de hacer una gran inversión en educación para
que se modifique en serio la competividad de la Argentina”, explica
Rappoport. Y agrega: “que nadie se crea que semejante masividad de
ingreso de dólares significará que los argentinos nos volveremos ricos.
Va a pasar como con el boom de la soja: algunos argentinos, y sobre todo
los que manejan los resortes de poder, van a hacerse infinitamente
ricos, junto a muchos chicos que seguirán en la extrema pobreza”.
“Tenemos que crear un grupo interdisciplinario
de amplio espectro que estudie las consecuencias del impacto de
semejante riqueza y cómo la vamos a distribuir”, es el llamado de otro
economista, el profesor Ricardo Arriazu. Calcula que en los próximos
años podrían entrar unos 20.000 millones de dólares anuales por
las exportaciones de hidrocarburos y la sustitución de importaciones de
gas. Una cifra que modificaría la matriz económica del país, que hasta
ahora estaba basada en la producción agrícola de propiedad privada,
atomizada y rentabilidad anual y que pasaría a un modelo estatal
centralizado y de producción fluctuante. Para atenuar las consecuencias
de todo este cambio, asegura el economista, habría que crear un fondo anticíclico y graduar la producción.
En
Loma la Lata no se discute nada de todo esto. El campo está en plena
producción y las empresas multinacionales deshojan sus opciones. Chevron
renueva su contrato y traería otros 5.000 millones de dólares.
Sobrevuelan los malayos de Petronas. Exxon evalúa con cuántos kilómetros
cuadrados quedarse. YPF es presionada por el gobierno para mitigar la
crisis energética lo antes posible, aunque trabaja pensando en los
próximos 35 años. En tanto, el viento barre los rollos de coirones
amarillos como en los pueblos del Far West. Las torres sacan esa riqueza
que nos trajeron los dinosaurios y que, ahora, puede cambiarnos la vida
a todos los argentinos o terminar en otra decepción. El gas y el
petróleo que, según cómo los administremos, nos pueden convertir en
Noruega o en Nigeria.
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