¿MADURA EL KO?
El futuro de Capitanich
Del no diálogo
con la prensa pasamos a tener todos los días conferencias matinales que
terminaron convirtiéndose en una trampa para “Coqui” Capitanich. Al
principio generaron mucha expectativa pero al poco tiempo fueron
perdiendo fuerza e interés. Pasado el primer entusiasmo, rápidamente se
quedó sin contenido para seguir comunicando.
Por Pablo Pérez Paladino
Debo
confesar que el box no es uno de los deportes que más me gusta ver.
Pero encontré en esta disciplina el ejemplo perfecto para analizar la
situación que le toca vivir al actual jefe de Gabinete, el “Coqui”
Capitanich. Como en todo combate pugilístico, a medida que transcurren
los rounds, los boxeadores luchan por doblegar a su rival. A medida que
van llegando a los últimos asaltos, el desgaste se hace cada vez mayor,
les cuesta mantenerse en pie, y aguantar los embates del oponente se
vuelve una tarea cada vez en más complicada. De a poco la estrategia
delineada antes de subir al cuadrilátero va quedando en el camino.
Con
su más que controvertida gestión como gobernador de Chaco sobre sus
hombros, es como llegó el “Coqui” a la gran ciudad, y sin muchos
prolegómenos lo subieron al ring de la política nacional, con el
objetivo de plasmar su impronta fresca y renovada, en un Gobierno más
que desgastado y que a gritos pedía un cambio de aire. Así fue. Desde el
primer round salió a buscar a su rival.
En este caso
representados por el periodismo, ciertos sectores del empresariado
argentino, gremialistas, gobernadores y políticos de distinto signo y
color. Con todos ellos se juntó. Tratando de mostrarse ejecutivo, en
poco más de una semana había agotado una agenda que la Presidenta no
había tenido en más de 6 años.
A medida que fueron pasando los
asaltos, los golpes recibidos empezaron a hacer mella en su figura y lo
obligaron a tener que cambiar una y otra vez la estrategia planeada al
inicio. Basta con repasar algunos de estos golpes para darnos cuenta que
el desgaste sufrido en tan corto tiempo pone en peligro su permanencia
arriba del cuadrilátero.
Carencia absoluta de influencia
sobre el resto de los ministros. Como jefe de ellos, al menos debería
haber convocado a una reunión plenaria. No sólo con el fin de tratar
temas de gestión, sino fundamentalmente con el objetivo de enviar a la
sociedad un mensaje de unidad y confianza. Nada de eso pasó.
Del
no diálogo con la prensa pasamos a tener todos los días conferencias
matinales que terminaron convirtiéndose en una trampa para “Coqui”,
dejándolo expuesto entre las tantas diferencias que hay dentro del
Gabinete nacional. Al principio generaron mucha expectativa pero al poco
tiempo fueron perdiendo fuerza e interés.
Tratando de mostrarse ejecutivo, agrupó todas las reuniones en los primeros 15 días de gestión.
Pasado
el primer entusiasmo, rápidamente se quedó sin contenido para seguir
comunicando. “Una medida de ese tipo tiene efecto socioeconómico
negativo, por lo que la Presidenta descartó terminantemente un aumento y
yo mismo opino que no hay que hacerlo”. Con esta frase, el ministro de
Economía Axel Kicillof desmentía públicamente el anuncio que horas antes
había hecho “Coqui” sobre un supuesto proyecto para reformar Bienes
Personales.
Al otro día de anunciar que por orden de CFK se
importaría tomates de Brasil, el secretario de Comercio dio marcha atrás
con el proyecto reconociendo “estar mal asesorados”. En medio de los
cortes de luz en diferentes barrios y localidades del conurbano, JMC
tuvo que salir a aclarar que hablar de “cortes programados y rotativos”
había sido “una expresión incorrecta” de su parte.
Horas antes, De Vido había negado la posibilidad de implementar este tipo de cortes.
A
pocos días de empezar su gestión, anunció que iban a trabajar en una
nueva propuesta para la transmisión de los partidos de fútbol. El lavado
de cara recayó en el líder de Ideas del Sur.
A horas del
comienzo del torneo, desde Calafate llegó la orden de que Tinelli se
tenía que ir y con el mensaje llegaba otro cachetazo para el jefe de
Gabinete.
El paso que dio del “pago chico” a la gran ciudad
tenía un objetivo claro: posicionarse como el sucesor de CFK. No lo está
logrando. Todos estos golpes que recibe de los más variados frentes,
nos dan la pauta de que nunca tuvo suficiente legitimidad interna para
ser un jefe de Gabinete con poder de decisión.
La expectativa
que generó en el público, de ser un funcionario ejecutivo y con
capacidad de resolver los problemas, se fue diluyendo a pasos
agigantados en menos de 3 meses de gestión.
El “combate”
entra en su tramo final. No le quedan muchos rounds. Es momento justo
para que junto a “su rincón” replanteen la estrategia a seguir.
Seguramente, si esta velada boxística contara con el relato del gran
Walter Nelson, su consejo para el “Coqui” se resumiría en una frase
histórica de su repertorio: “Salí de ahí Capitanich”.
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